La sociedad española se ha concienciado enormemente, por el problema de los desahucios y desalojos que se suceden repetidamente en nuestro país. También hay quien piensa que no deja de ser otra pata de la campaña desatada para desprestigiar al gobierno del PP, llamándole insensible, ante la gravedad del problema, cuando este problema ya era habitual en tiempos en los que gobernaba el PSOE, y nadie puso el grito en el cielo como ahora.

En esta cuestión, hay que distinguir entre el desalojo de la vivienda por impago del alquiler y el desahucio y perdida de la propiedad, por impago de la Hipoteca.

A ambos casos, les une el incumplimiento de un contrato, ahora bien en el primero el perjudicado no deja de ser una persona física, en la mayoría de los casos, que intentando sacar un fruto a su propiedad resulta seriamente perjudicado, por el impago del alquiler y en innumerables ocasiones por el destrozo del mobiliario y de los enseres de la vivienda alquilada, ello da origen a que en un acto de autodefensa aumenten las garantías de los propietarios que se dedican a alquilar sus pisos, para lo que solicitan avales bancarios o fianzas de mayor importe, dificultando el acceso a las mismas a personas que actuando de buena fe pretenden el alquiler de una de estas viviendas. Este tipo de incumplimiento ha originado que por parte de la administración, se haya creado un registro de incumplidores de contratos de alquiler, para defensa de los propietarios de los pisos o apartamentos.

Es por tanto inaceptable que una ínfima parte de la sociedad, este contra este tipo de desalojos judiciales. Está lo suficientemente claro que el verdadero perjudicado es el propietario de la vivienda y el inquilino es el incumplidor de sus compromisos. Otro tema será su posible exclusión social, derivada del desempleo o de otras circunstancias a las que es totalmente ajeno, el mencionado propietario y a la que la sociedad ha de dar solución de otra forma. Luego esta una prensa partidista y sin escrúpulos, que magnifica estas desgraciadas situaciones fomentando el morbo de las mismas en la sociedad, y que tienen al menos y aunque sea en solitario, mi total repudio.

Otra situación muy distinta, es cuando se realiza un desahucio, por impago de una hipoteca. Seguidamente les expongo toda una serie de consideraciones y puntos de vista que en modesta opinión se tienen que tener en cuenta.

En primer lugar, haré un poco de historia, sobre las Hipotecas. Ya en la antigua Grecia, encontramos préstamos hipotecarios, pero es el Derecho Romano el que nos anticipa con la Prenda o Pignus y la Fiducia en lo que en nuestra actualidad es la hipoteca, pasando por los pagos feudales de la edad media. Una hipoteca es la garantía que recibe un prestamista por parte del prestatario, para el caso de impago de un préstamo.

En nuestro país, se reguló con la Ley Hipotecaria de Isabel II en 1861, con posterioridad en tiempos de su hijo Alfonso XIII en 1909, se cambio dicha Ley. Es en los primeros años del franquismo concretamente el 8 de febrero de 1946, cuando mediante decreto se aprueba una nueva redacción de la Ley Hipotecaria, aprobándose su reglamento, también mediante decreto el 14 de febrero de 1947, año siguiente, y asómbrense estamos en 2013 y aquella vieja ley franquista, sigue en vigor.

Es que no han tenido tiempo, a lo largo de todos estos años de democracia, ya va para 36, los gobiernos de todo signo político que hemos tenido para hacer una nueva Ley que regule estos tipos de préstamos. No ha cabido en la cabeza de toda esta pléyade de legisladores “Diputados y Senadores” proponer un cambio con una mejora sustancial para el español medio de esta Ley, que es con la que la mayoría de los ciudadanos, realiza el contrato más importante de su vida. En qué han estado pensando cuando cualquier “chuminada” se ha legislado.

Durante el franquismo, las hipotecas, estaban reservadas únicamente a las cajas de ahorro, bancos oficiales y a diversas sociedades hipotecarias, creadas únicamente para este menester como el Banco Hipotecario Español. La banca privada, no estaba autorizada para este tipo de operaciones, y únicamente en situaciones extremas de morosidad, el Banco de España, la autorizaba a realizar operaciones hipotecarias, como máximo a tres años, y sobre instalaciones fabriles hoteleras, etc., nunca sobre viviendas. Fue la Ley 2/1981 publicada en el BOE del 15.4.1981, en tiempos de Leopoldo Calvo Sotelo, titulada Ley para la regulación del mercado hipotecario, la que dio acceso a la banca privada y a las cooperativas de crédito a la concesión de dichos préstamos, marcando como tope máximo a hipotecar el 80 % del valor de tasación.

En los años 70, lo normal para acceder a una vivienda, era primero ahorrar para una entrada, elegir el piso, pagar dicha entrada y firmar un chorro de letras a 6 u 8 años, en el momento que se tenía la última letra pagada, acudir a notaria y hacer la escritura. De eso se paso 35 años después a no tener que ahorrar nada, firmar el mismo día escritura de compra y de hipoteca, pagar con ella la totalidad del piso, y que nos quedase para el coche los muebles y unas vacaciones en el Caribe. Qué bien nos lo pintaban los agentes inmobiliarios, los bancos, los promotores, y como callaban como mudos los notarios y registradores. Era tan suculenta la tarta a repartir y luego estaba el comprador que pensaba que había hecho una buena compra, y es que hasta ese momento a lo largo de nuestra vida, la vivienda siempre se había revalorizado, unos años más otros menos, pero siempre para arriba.

Pero llegaron los años de escasez, llegaron las vacas flacas. Cuando aprenderá el hombre ha ser previsor, como si la historia, no nos repitiese la misma canción, como si la literatura no nos explicase repetidamente, que la avaricia rompe el saco.

El desahuciado, suele sufrir lo indecible, y se lo puedo garantizar en primera persona, pues yo fui desahuciado, hace ya diecisiete años, si sufrí mucho, pues se me subastó una casa, una casa hecha desde los cimientos, los planos, eligiéndolo todo, los azulejos, los suelos, la carpintería, la chimenea, las rejas, y perdiendo hasta los arboles que había plantado en el jardín. Nunca en mi vida lo pasé tan mal, sobre todo por mi familia, en aquel momento, era la caja, la gran culpable, hoy con la perspectiva que dan los años, fui yo el gran culpable, cierto que todo vino de una cantidad de problemas laborales de difícil solución en aquel momento, pero lo básico, lo fundamental, fue mi falta de previsión, unida a algo o mucho de soberbia. Pero siendo una larga temporada, pues pasaron más de dos años en este largo proceso, en todo ese tiempo. No pasó por mi mente la idea del suicidio, que algunos han protagonizado actualmente, lo que ha creado gran alarma social.

Por ello comprendo las corrientes de solidaridad, con los actualmente afectados por este problema, entiendo que se creen plataformas, se pida la reforma de la Ley, pero por muy sangrantes y desgarradores, que sean algunos casos, no puedo entender, ni compartir el uso de la coacción, con el ya famoso “Sí se puede” a los políticos y únicamente a los de signo derechista. Seguiría sin entenderlo si fuesen hechas estas coacciones a los de cualquier signo. Las izquierdas han tenido muchas más oportunidades a lo largo de nuestra reciente Historia para resolver estos problemas, puesto que han gobernado el doble de tiempo que las derechas, no haciéndolo. Y el tan cacareado “Crimen Social” que achacan al gobierno actual, lo fue realmente cuando se desmanteló la base industrial del país. ¿Y quién lo hizo? Y no digamos ya en nuestro querido Linares.

Tienen culpa los gobiernos, el actual y los anteriores. Tienen culpa los bancos y las cajas. La tiene el banco central europeo, por facilitar fondos a interés mínimo. La tienen las leyes antiguas y obsoletas. La tiene el Banco de España, con sus pésimos gobernadores a la cabeza, por permitir tasaciones desorbitadas. Y también la tienen registradores de la propiedad, por registrar clausulas abusivas. Los notarios (hay si las habitaciones contiguas a los despachos de estos últimos hablasen; a lo mejor no hubiese habido crisis en España).

Tiene responsabilidad el liberalismo, y la tiene la socialdemocracia, la tienen promotores, dueños del suelo, fabricantes de materiales, arquitectos, ingenieros, aparejadores, trabajadores de todo tipo, cobrando sueldos muy superiores a su rango. ¿En una palabra, hay alguien que no tiene culpa de la situación? Es que alguien no se aprovecho, en el 2002, en el 2004 o en el 2006 de la burbuja inmobiliaria.

Es evidente que hay mucha gente que compró pisos que ahora no puede pagar y que fue engañada, pero también hay mucho de falta de previsión, de exceso de apariencia, de envidia, de avaricia, pero el mal ya está hecho. Ahora se nos presenta un tribunal europeo, que nos dice que nuestra ley no vale, que hay clausulas abusivas, es de risa que tengan que venir de fuera a decirnos eso. Nos dicen que los intereses de demora no pueden ser superiores a tres veces el interés básico, si este es del 4 % no pueden ser superiores al 12 %, pero si hay un verdadero culpable este es el Banco de España. Los Bancos no aplican ninguna tasa de interés o comisión si no son autorizados por el organismo regulador del citado banco estatal. No se dan cuenta los directivos de ese banco estatal, que autoriza intereses y comisiones de usura, incluida como delito en el código penal. Tienen de venir a decirlo de afuera.

El Tribunal Europeo, autoriza a que los jueces en el caso grave de exclusión social de los desahuciados, paralicen dicho desahucio, lo cual puede ser una solución de emergencia, válida en muchas ocasiones. Pero lo verdaderamente acuciante es una nueva legislación sobre el tema, unas leyes que no pueden esperar. Se impone una Ley, en que cada caso de desahucio, sea tratado individualmente, con todas sus características particulares, sobre todo allí donde se trata de una primera vivienda. Juzgado por un equipo jurídico muy competente y si fuese posible con la inclusión de la institución del jurado, en la que la dación en pago, fuese el último camino a seguir solo en casos muy excepcionales.

Dicho todo lo cual, conviene decir a los miembros de la Plataforma Anti Desahucios, que cesen en sus actitudes de acoso y amenazas, para eso no les ha firmado el millón y medio de ciudadanos, pierden toda la razón, si continúan por ese camino, y flaco favor les hacen a los desahuciados. Sí se puede, pero con honestidad y sentido común.

Cartel de la Plataforma Stop Desahucios - Foto: HIRIAN ALDIZKARIA (Licencia Creative Commons)

Cartel de la Plataforma Stop Desahucios – Foto: HIRIAN ALDIZKARIA (Licencia Creative Commons)