Entre la manía que les ha dado a los políticos de hacer que todos los temas se judicialicen y que los ciudadanos estamos especialmente sensibles a todo lo que se decide o no en Tribunales, la verdad es que hay un verdadero filón.

La semana pasada dediqué mi artículo a dos decisiones judiciales y ésta pensaba incluir una reflexión sobre las herramientas que ofrece la Unión Europea a sus ciudadanos, porque más allá de la Troika, de Chipre y del Banco Central, existe una Carta de Derechos de los Ciudadanos que los países miembros de esta organización, la Unión Europea, se han comprometido a defender y a promover.

Uno de esos derechos es el de apelar ante el Tribunal de Justicia de la Unión para defendernos de nuestro propio Estado o de aquellos otros Estados de la Unión que pensamos nos están perjudicando. Se acuerdan de los camiones de fresas volcados en la frontera francesa, en aquella ocasión tanto España, como país, como los agricultores afectados por los destrozos y las empresas de transporte a nivel individual podían acudir a la justicia comunitaria.

Otra forma más doméstica, es que la defensa esgrima, ante el juez, las dudas que puede platear la aplicación o no aplicación de normas de la Unión Europea. Provocando que ese Juez nacional (cualquiera en cualquier juzgado) plantee esa pregunta o esa duda ante el Tribunal de Luxemburgo Me parece fundamental que todos tengamos claro que las normas de la Unión están por encima incluso de nuestra Constitución. Así que el Derecho de la Unión en temas que nos afectan a todos es tan importante como las leyes que salen de nuestro Parlamento o que hemos heredado, por ejemplo la Ley Hipotecaria.

Para que todos lo entendamos hay un ejemplo que me parece muy didáctico: un reglamento es como nuestra Ley se aplica a todos y ya está. Sin embargo, una directiva es diferente. Cuando se aprueba, los gobiernos se obligan a aplicarla en el resultado. Puede que una directiva diga, entiendan que es un ejemplo, que toda la ciudadanía de la UE tiene que ponerse un sombrero para salir a la calle, pero se deja a cada país un plazo de tiempo para decidir cómo tiene que ser el sombrero. Lo importante es que en una determinada fecha todos vayamos con sombrero, así que unos irán con boina, otros con sombrero vikingo y los que quieran con sombrero cordobés.

Es la dejadez de los gobiernos, de todos los que han permitido que no se cambie esta Ley, la responsable de que el Tribunal haya resuelto una cuestión prejudicial en contra de nuestra Ley y su mecanismo de desahucio. Ahora el Estado tendrá que decidir como va a proteger a los consumidores de productos hipotecarios. Así que, en este caso, ha sido la existencia de la Unión Europea la que va a ayudarnos a los ciudadanos de a pie obligando al gobierno actual a cambiar la Ley Hipotecaria.