Las buenas gentes de Linares saldrán a la luz en Semana Santa, si el tiempo lo permite, claro. Inundarán calles, plazas y avenidas para seguir a sus cristos y a sus vírgenes, a sus penitentes, a sus bandas y a sus cofradías. Tomarán la calle para rememorar el camino de la cruz de Jesús de Nazaret, lo recordarán en el huerto de los Olivos, traicionado por Judas y arrestado, condenado por el Sanedrín, negado por Pedro, condenado después a muerte por Pilatos, flagelado y coronado de espinas, cargando más tarde la cruz, ayudado por Simón de Cirene, consolando a las mujeres de Jerusalén, crucificado, prometiendo su reino al buen ladrón, en la cruz junto a su madre y a Juan, el discípulo amado, muriendo en esa misma cruz, sepultado y, por último, resucitado.

Una causa respetable y noble, por la que muchos se han estado preparando con arduos ensayos de tambores y trompetas o acarreando pesados tronos a sus espaldas, viviendo la Cuaresma con devoción o simplemente albergando el deseo de admirar la belleza de unos pasos al compás de músicas tristes y hermosas. Y este hecho no es nada reprochable si los linarenses, los andaluces, los españoles, creyentes en una fe religiosa o no, lo hicieran, echarse a la calle, también para protestar por las injusticias sociales que vivimos, para exigir trabajo a los gobernantes, honestidad a los políticos y dignidad a sus propios conciudadanos, para acompañar al desahuciado, al parado, al de la ayuda familiar, a quién roza el umbral de la pobreza o a quién ya lo sobrepasa, en definitiva, por ellos mismos, por nosotros mismos, porque seguro que muchos pertenecen a algún grupo de los mencionados, si no ellos, un amigo cercano, un familiar, un vecino, por que no sólo rezando y rememorando hechos acaecidos hace más de dos mil años se solucionarán los problemas padecidos.

¿Qué hubiera hecho Jesús en nuestra época? Juguemos a la ficción: ¿Confiaría en salir el 28F, o cualquier otro día del año, a la calle siguiendo la consigna de partidos políticos y organizaciones que detentan el poder (en Madrid o en Sevilla) para contribuir a sus políticas de estrangulamiento económico y civil a la ciudadanía (no hemos recaído en la pérdida de derechos civiles que sufrimos), amparados unos en las leyes de los otros y aquéllos en las deficiencias de estos, sin advertir el doble juego, la doble moral de ambos? ¿Apoyaría a organizaciones apolíticas como 15M, Stop Desahucios, Cáritas, Frente Cívico, etc., o tendría un puesto de diputado, concejal, obispo o delegado de algo? ¿Defendería la cada vez más extrema distribución de la riqueza? ¿Respetaría las sentencias judiciales o se plantaría en la puerta de una pobre anciana para evitar que la desahuciaran? ¿Votaría a un partido cuyos miembros se saben corruptos o mentirosos, o ambas cosas a la vez, o adoptaría una postura crítica y de indignación?

Quizá haya también otra manera de vivir la Semana Santa.

Alfombra de flores

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