Hace un par de semanas, el Consejo Europeo, formado por los Jefes de Estado y de Gobierno de los 27 Estados miembros, aprobó el presupuesto de la Unión Europea para el periodo 2014-2020. A este Consejo llegaba la propuesta realizada por la Comisión Europea, eso sí, convenientemente negociada en reuniones anteriores y en el que sólo quedaban pendiente de acuerdo los puntos más controvertidos.

Tras una maratoniana sesión los Jefes llegaron a un acuerdo, y fue en ese momento en el que el sistema democrático de la Unión Europea entró en juego. Ahora es el momento del Parlamento Europeo y como los miembros del Consejo no las tienen todas consigo, a través de la prensa van mandando mensajitos a los parlamentarios, no sea que éstos decidan no aprobar el presupuesto que ellos han decidido. Un ejemplo lo encontramos en la intervención de la Sra. Merkel ante su parlamento nacional en la que dice que nadie entendería que todos los Estados de la UE ahorrasen, atendiendo a sus recomendaciones y que, sin embargo, la institución no lo hiciese.

¿De qué ahorro está hablando?, pues nada más y nada menos que un 3% respecto del periodo plurianual anterior (2007-2013), estamos hablando de 34.000 millones de euros, es decir algo menos de lo que se ha destinado al rescate de la banca española. Ante semejante recorte los parlamentarios europeos han comenzado a pronunciarse en contra de la aprobación del presupuesto porque se temen y no son los únicos, que la existencia de menos recursos en este momento perjudique seriamente las políticas de crecimiento de la Unión y de creación de empleo.

Esta rebaja unida a la situación económica actual en que economías como la alemana están sufriendo una contracción de su economía por el descenso del consumo interno de la UE, esto es siendo víctimas de la inexistencia de políticas de crecimiento. Las cifras macroeconómicas que todo lo justifican muestran la incapacidad de nuestros dirigentes para solucionar la desesperada situación en que se encuentran millones de personas, de ciudadanos en la “vieja Europa”.

En cuanto a nuestro día a día, esta bajada del presupuesto comunitario va a significar que tendremos menos dinero de la Unión Europea, por lo que ni las políticas activas de empleo, ni la investigación, ni la sostenibilidad, por decir algunas, podrán tener el mismo nivel de recursos económicos que en el anterior periodo presupuestario, aunque siguen siendo básicas y deberían ser prioritarias.

Y toda esta situación de ahorro a ultranza la verdad es que no veo como casa con la propuesta realizada por el Presidente Obama para establecer un acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea. Me pregunto como nos va a beneficiar competir sin aranceles con una economía mucho más consolidada que la europea, una moneda más competitiva protegida por un banco federal, una fiscalidad única, un mercado con un solo idioma y millones de consumidores. Nosotros formamos un mercado de 27 países de los que tan sólo una parte comparte moneda y banco central, y el resto funcionan de manera independiente, con más de 20 idiomas, mercados nacionales fragmentados y fiscalidades nacionales.

Me gustaría tener políticos o más bien Estadistas que apostasen por una Unión Europea consolidada con una moneda única real en la que la fiscalidad fuese única y la principal preocupación sus ciudadanos, pero creo que tendrá que ser en un universo alternativo porque está claro que en el nuestro están más preocupados por recortar y recortar, en los presupuestos nacionales, en el presupuesto europeo, antes que tener la valentía de continuar realmente con el proyecto europeo y que seamos una federación con todas sus consecuencias.