No es habitual escuchar a un primer ministro pedir perdón, pero esta semana lo ha hecho David Cameron. El primer ministro británico ha pedido disculpas en la Cámara de los Comunes a su nación por la desastrosa gestión de un hospital que siendo público se privatizó para controlar el gasto sanitario. Parece que las condiciones en las que estaban los desafortunados enfermos que eran “atendidos” en el Hospital de Staffordshire tuvo que ver con la muerte prematura de entre 400 y 1200 enfermos que si hubiesen recibido una atención sanitaria adecuada no hubiesen muerto.

Cuando escuché la noticia enseguida pensé en el proceso de privatización de nuestros hospitales que ya se ha puesto en marcha en la Comunidad Autónoma de Madrid, y en las consecuencias que ésta puede tener en la salud de las poblaciones que dependen de dichos centros hospitalarios.

Volviendo a la historia del hospital inglés, el Sr. Cameron dio algunos datos escandalosos como que algunos pacientes muertos de sed se bebían el agua sucia de los floreros o las condiciones de higiene en que se encontraban los pacientes mayores o con movilidad reducida que necesitaban ayuda para ir al cuarto de baño y que al no encontrarla utilizaban sus camas, además en el profuso informe (3.000 páginas) se recoge que el origen de todas estas lindezas estuvo en un sistema de gestión que primaba el ahorro de costos frente al bienestar del paciente.

Durante cuatro años 2005 a 2009 una mayor mortalidad en este centro hospitalario y aunque no puede saberse a ciencia cierta cuantos de esos pacientes muertos hubiesen podido salvarse con una atención médica centrada en el enfermo, posiblemente se trate de varios cientos.

El informe que ha servido de base para estas disculpas recoge 290 propuestas de mejora del sistema sanitario inglés pero no ha servido para pedir responsabilidades ni a los políticos que tenían que haber actuado, ni a los gestores del hospital que propiciaron todas estas calamidades.

Frente a esta situación tan escandalosa yo me pregunto si a la vuelta de dos o tres años no tendremos lo mismo aquí en nuestra España, sobre todo cuando ya se ha aprobado en la Comunidad Madrileña la ley que permite la gestión privada de los hospitales públicos y la externalización de sus servicios, sin que haya un informe contrastado en el que se recoja de manera indubitada el ahorro que este cambio de gestión va a producir y su repercusión positiva en la atención a los pacientes.

Y yo me pregunto, ¿Cuándo la mamá o los hijos del gerente de ese hospital se ponían enfermos a donde los llevaban? A ese hospital, a uno de los otros ocho que aún siguen bajo investigación o quizás es que tenían un seguro médico privado y a ellos no les afectaba en absoluto el tipo de asistencia que se ofreciese.

Espero que esto haga reflexionar a nuestros políticos y a sus asesores, no digo yo que nuestro modelo sanitario sea perfecto. Seguro que hay muchas cosas que se pueden mejorar pero, desde luego, no quiero ni en pintura el maravilloso modelo británico que ha permitido lindezas como las que he recogido y que escuchamos nada menos que de la boca del primer ministro de la Gran Bretaña. No olvidemos que cuando hablamos de sanidad de lo que estamos hablando es de personas y dentro de ellas de las más vulnerables que son las enfermas, así que reduzcamos costes pero no calidad asistencial. Escuchemos con atención a todos los colectivos profesionales involucrados, mejoremos todo lo mejorable y seamos valientes defendiendo este servicio público ya que la hacerlo nos defendemos todos.