Un día decidí buscar un disfraz
para pasar desapercibido por la vida.
Me disfracé de árbol, y me cogió
desprevenido el otoño cruel
que derramó mis hojas por el suelo;
el viento desvaneció parte de mi máscara.
Me convertí en sal, y una lluvia
tímida, pero mordaz, diluyó mis sentidos
convertidos en mezcla de ilusiones y rabia.
Me refugié tras el disfraz del sueño,
y éste, mutó en pesadilla cansina
que cada noche molestaba
y asustaba a mi alma dormida.
Me enmascaré en azúcar, y acudieron
las moscas, hasta convertir aquel
blanco puñado dulce, en un negro
murmullo de depredadores sin piedad.
Me disfracé en viento,
y me arrastró la tormenta
del miedo y la desesperación.
Me hice luna sonriente, y la luz
del alba, apagó la luz de mi sonrisa
refugiándome en el llanto y la soledad.
Ahora, estoy disfrazado de palabra
y creo que es mi mejor disfraz,
por que cuando surge alguna contrariedad,
la palabra se diversifica más que los actos.
Puedo soñar, amar, sentir, jugar…
puedo ser árbol, azúcar y sal.
Con los sinónimos me disperso,
con los antónimos me defiendo
y con los espacios y los silencios,
te puedo GRITAR.

Hoy, estoy disfrazado de palabra,

mañana… mañana Dios dirá.

Disfrazado de palabra

Disfrazado de palabra