Esta semana quiero compartir una decisión que tomé cuando comencé a escribir en este medio. En aquel momento decidí no responder a los comentarios para no interferir en los mismos. Así que, aunque la verdad es que a veces me siento tentada a cambiar mi decisión, me sobrepongo y adopto la posición de lectora de mis lectores. De esta forma, son los lectores protagonistas al tomar un papel activo para compartir sus opiniones y es esa riqueza participativa la que me gusta observar y generar, con toda humildad, cada semana.
En cuanto al tema de este artículo me he decidido por sucumbir a la actualidad y a la profusión de noticias que están relacionadas con Europa y la Unión Europea de una u otra forma. Por eso, pospondré para otro momento mi análisis sobre las causas de la crisis en la que nos encontramos inmersos desde hace ya varios años, recogiendo la sugerencia de un lector.
Todos los días, y ya van muchos, nos recuerdan varias veces que tenemos que ser austeros, que hay que “meter en cintura” al déficit público. Al ser miembros de la Unión Europea si queremos ayuda de nuestros socios, tenemos que hacer lo que nos dice Angela Merkel, canciller de Alemania, perdiendo con cada decisión un trozo de soberanía y de independencia, a cambio de que el resto nos otorguen las ayudas económicas que necesitamos en este complicado momento en el que hemos sido objeto de feroces ataques especulativos aprovechando la debilidad de nuestro sistema financiero.
Sin embargo, mi opinión es diferente, los países que formaron este club de comerciantes, allá por los años 50 del siglo anterior, tenían entre otros un objetivo básico, crear un espacio que permitiese un largo periodo de paz entre enemigos que llevaban siglos combatiendo y que, apenas cinco años antes de la creación de la primera comunidad, la del Acero y el Carbón en 1950 (Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo e Italia) habían protagonizado una guerra mundial a la que cualquier apelativo se queda corto.
Pasados ya más de sesenta años, la paz, con algunos sobresaltos (guerra de los Balcanes, crisis de Kosovo) ha sido la nota dominante entre estos países. Como el club funcionaba bastante bien muchos otros han querido formar parte de él y entre esos estamos nosotros. Con sus momentos de avances y paralizaciones esta organización ha mejorado la vida de los ciudadanos de los países miembros, es lo que en el argot comunitario se conoce como convergencia. Converger es conseguir, aportando recursos adicionales (millones de euros) que regiones especialmente atrasadas puedan ir acercándose a la media del nivel de vida europeo.
Esta asociación, o ya más bien organización no es perfecta, pero tanto sus virtudes como sus imperfecciones beben de una misma fuente, las decisiones soberanas de los gobiernos y parlamentos de los países que la conforman. Si tenemos unión monetaria es porque los países miembros así lo decidieron y si no tenemos unión fiscal ni financiera es por la misma razón. Si existe un parlamento europeo es, de nuevo, porque los miembros quisieron que existiese pero si existe un enorme déficit democrático es porque los gobiernos y los parlamentos nacionales no han tenido la valentía o no han considerado necesario este parlamento ejerza realmente como tal en todo el ámbito de las competencias de la Unión Europea. Por lo que nos toca a los ciudadanos, y a mí la primera, si queremos democracia en la Unión y una verdadera unión federal, tenemos que tomarnos en serio las elecciones a su parlamento, estar tan atentos a las noticias nacionales como a aquellas que provienen de la Unión, pedir a nuestros dirigentes que quienes vayan a representarnos a las instituciones estén lo suficientemente formados e informados como para defender nuestros intereses.
Ahora que sabemos por los medios que se ha desbloqueado el segundo rescate a los bancos españoles, toca preguntarnos porque no se ha desbloqueado la negociación sobre el presupuesto comunitario y porqué no somos nosotros, los ciudadanos, los principales receptores de las políticas comunitarias. Si hay dinero para salvar a los bancos porqué no lo hay para aplicar políticas activas de empleo, porqué no lo hay para solucionar el gravísimo problema de los desahucios, porque no lo hay para reclamar políticas que incrementen la productividad sin disminuir los derechos de los trabajadores, de los ciudadanos. Yo quiero más Europa, más acuerdos con Latinoamérica, con el Caribe, con Asia, con la región del Pácifico, con … Pero sobretodo quiero más Europa con pies firmes, con democracia real, con la ciudadanía como protagonista y en ella, si quieren, los comerciantes tienen “todas mis bendiciones”.
Mientras más «Europa» menos Democracia. Aunque hablar de Democracia a estas alturas de la trampa económica, resulta ya hasta de un patetismo evidente. Como bien dice, la pérdida se soberanía es un grave problema, que no hace sino empeorar a los países menos desarrollados y continúa empobreciéndolos a marchas forzadas. El Fondo Monetario Internacional se ha convertido en la mafia que organiza cómo los ricos ganan más y toman fuerza y los pobres ganan menos y están desamparados. Esa balanza impresionante nos arrastra a un caos económico programado y que no sabemos por dónde seguirá, aunque está claro que esta crisis económica más bien parece una programación de alto nivel cuyos intereses predominan sobre la Democracia, que con estos poderes ya no tiene sentido. La dictadura capitalista que padecemos así lo muestra. El Estado no sirve al Pueblo, por lo tanto la Democracia es pura ilusión.
Y los NiNis y los padres de los ninis que son peor que los propios ninis, ¿también nos lo ha traido Europa?. Que dentro de unos años el futuro de esta sociedad estará en manos de los ninis, agarraos que vienen curvas.
Sr. Parrilla resulta revelador su artículo, yo también voy a documentarme ya que hasta ahora los que me daban mucho miedito eran los grandes laboratorios donde se siguen investigando armas biologicas y los maravillosos centros de investgación donde seguimos inventando formas para matar humanos «enemigos» con el menor coste posible de «humanos» amigos.
Isabel, me ha gustado su artículo. Humildemente considero, que la decisión que tomó de no responder a los comentarios, me parece muy acertada y “la posición de lectora de mis lectores” creo que es muy inteligente. No obstante si decide cambiar de idea está en su derecho de hacerlo.
Es cierto, como usted indica, que la Comunidad Económica Europea comenzó siendo un club de comerciantes y entiendo que es una pena que no se haya avanzado hacia una integración plena, aunque ello suponga pérdida de soberanía y de independencia. Pero que quiere que le diga, viendo cómo funcionan los Países del norte de Europa y como estamos nosotros posiblemente las cosas nos irían mejor a todos.
Así que, coincido plenamente con el último párrafo de su artículo: “Pero sobretodo quiero más Europa con pies firmes, con democracia real, con la ciudadanía como protagonista y en ella, si quieren, los comerciantes tienen “todas mis bendiciones”.”
Cada vez es más actual la tesis de Julio Anguita (aquel político que toda la prensa nacional tachaba de lunático), sobre la construcción de la Europa de dos velocidades, una Europa rica encabezada por Alemania (pero con mano de obra esclava), y una Europa pobre con los países del mediterráneo convertidos en residencias para la tercera edad de los europeos y mucho paro. Una Europa donde cada vez hay menos estado de bienestar, mas paro, más pobreza… y una casta cada vez más rica. Una Europa que rescata a la Banca y desahucia a familias enteras, una Europa en la que quien gobierna son los “mercados”, no los ciudadanos.
Europa es caca día más una entelequia. No es la Europa de los pueblos, de los pueblos y estados soberanos.
Casar los intereses económicos, con los aspectos culturales, sociales etc., se está viendo que nos está llevando al abismo y es harto imposible. Muchas razas, muchas lenguas, muchas maneras de ver y entender la vida, mucha diversidad cultural… Europa no es la Viena de Navidad con su concierto de año Nuevo. Pero se ha empezado la casa por el tejado (el euro) y así nos va. ¿Quien designa a los gerifaltes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional? ¿Quién designó a Rato como Director Gerente del FMI? ¿Quién designó a Rato para Bankia? Todo está podrido. Quizá crea esta gentuza que en el Cielo también funciona el euro. ¡Qué asco! Buen artículo Sra. Estévez.
Señora Estevez: Escribe Ud., un artículo magnifico, al que nada tengo que reprochar, La felicito por el mismo.