Esta semana como muchos españoles y algunos extranjeros me toca hablar de la huelga general del miércoles 14. Aunque normalmente intento documentarme en esta ocasión e intentado no escuchar demasiado a los demás porque quiero quedarme con las primeras impresiones y mis primeras reflexiones.

Durante la jornada de huelga hubo muchos momentos … pero el que me ha impulsado a escribir ha sido el del inicio de las cargas policiales en la Plaza de Neptuno en Madrid. Por la tarde estuve viendo en la televisión como muchos miles de personas se iban acercando al recorrido de la manifestación y como llegó un momento en que no podían avanzar y permanecían en una concentración mostrando su repulsa y su desacuerdo con las políticas económicas y antisociales que estamos sufriendo y padeciendo (algunos). Había gente de muchos tipos, del sector de la sanidad, de la enseñanza, parados, jubilados que no pueden sacar adelante a toda la familia, …

Mientras veía la televisión recibía en el móvil las últimas noticias en 140 caracteres, así gracias a las redes sociales empecé a recibir trinos en los que se podía leer cosas como “la policía está desalojando a los periodistas, la carga es inminente”, y de repente toda esa gente, esas personas que estaban expresando su descontento y que podrían ser cualquiera de nosotros pasaron a ser “peligrosos delincuentes antisistema, radicales, …” y, en ese momento, buscando ver en directo en cámaras de las principales plazas de Madrid, lo que estaba pasando, curiosamente, ¡Como son las coincidencias! Estaban fuera de servicio las cámaras de tráfico de la plaza de Neptuno y de la plaza de Cibeles. Buscando, buscando, encontré imágenes y ví fuego y ví como los antidisturbios, esos abnegados trabajadores públicos nos protegían. Sí, nos protegían tanto y tan bien, que nos protegían de nosotros mismos, así cargaban contra los que estaban peligrosamente sentados en la plaza de Neptuno. Y, en ese momento recordé cosas aprendidas hace muchos años, que una ya tiene una edad, cuando desde el Castillo de Santa Catalina, un querido historiador me contaba como se había conformado el trazado medieval de la ciudad de Jaén y como el Castillo probablemente se había utilizado para defenderse de las revueltas de los jiennenses contra las jerarquías dirigentes.

Ahora son estos abnegados trabajadores los que, en el estricto cumplimiento de su deber, nos defienden, sí, pero de nosotros mismos. No vaya a ser que nos dé por pensar que podemos hacer algo diferente para solucionar esta situación que nos está deshaciendo, no vaya a ser que nos demos cuenta de que la unión hace la fuerza y de que si luchamos de verdad por algo podemos incluso conseguirlo, no vaya a ser que cuestionemos a las oligarquías dirigentes, no vaya a ser que nos planteemos que preferimos que nos rescaten a los ciudadanos y que ese dinero se invierta en pagar, por ejemplo, las hipotecas de los ciudadanos, que de esa manera podrían recuperarse económicamente, cubriendo su necesidad de vivienda y consumiendo de nuevo, dando de paso a los bancos la liquidez y las reservas que necesitan … ¡Pero bueno!, ya me he puesto a pensar, va a ser que si son necesarios estos abnegados trabajadores que nos disuelven, nos protegen de los pensamientos subversivos y nos recuerdan que LO HACEN POR NUESTRO BIEN. ¡Qué triste!

Piquetes informativos el 14N en Linares