Llegó y pasó la huelga del 14 N y tengo la impresión de que esta vez no ha sido una huelga “sólo” por los derechos de los trabajadores, que suban sueldos, que se negocien convenios o cualquier otra reivindicación justa que hayamos tenido que hacer en otro tiempo y a la que nos podían mover intereses partidistas o personales, esta vez me parece que es una huelga de toda la ciudadanía “en general” porque estamos hartos “en general” y porque parece que, “ en general”, ya vamos saliendo del estado catatónico en el que entramos hace un año con la llegada de este gobierno con la idea fija del déficit. Ha sido una huelga de todos, de los bancos para abajo todos, no importa a qué nos dediquemos ni de qué vivamos, todos lo estamos perdiendo todo. Es la huelga de la indignación, así que luego no hagan valoraciones que nos lleven por otro lado y todos hayan “ganado”. Es una huelga visceral, una huelga del cabreo, una huelga de la que tienen la culpa los políticos. Así que no confundamos, al menos en mi opinión, los motivos interesados, aquí el único interés que ha habido es el de que “estos” tampoco sabían lo que había que hacer. Ni idea. Engañan. Y vamos contra ellos, al menos yo.

La idea que pretendo trasladar no es exonerar al anterior gobierno, ni mucho menos. También estábamos hartos de ideas ilusorias o, mejor dicho, de falta de ideas, no había salida y no se podía soportar tanto vaivén.  Decir esto con toda claridad no significa que no creyera y temiera que unas ideas liberales tampoco eran la panacea. De todas formas tengo que reconocer que no sabía que era tan grave, o a  lo mejor no lo era y el empeoramiento ha sobrevenido de esta política suicida que nos va a llevar por delante. Pienso que si la situación antes era grave, ahora es  gravísima y sabemos quienes la propician, ya sin herencias. Y no mueven ni un músculo. La indignación va subiendo cada día hasta hacerse insoportable y no sé realmente por donde vamos a salir porque sigo creyendo que los españoles no nos vamos a conformar con esto.

Hemos tardado casi un año en darnos cuenta de que lo que se ha llevado a cabo aquí en el último año, es una política de derechas pura y dura donde la ciudadanía de a pie no ha importado nada, donde se ha empezado por ir diezmando a los de abajo, donde la insensibilidad impertérrita ha campado por sus respetos y donde la cara dura, como si fuéramos tontos, aparece todos los fines de semana. Yo os confieso que ya casi ni lo escucho, de todas formas lo que digan va a ser…! Yo tengo un cabreo que me lo piso.

Pienso que lo primero que se hace en una familia cuando hay un problema gordo es preservar lo fundamental, el alimento, la vivienda, la educación, la salud y el cuidado de los que lo necesitan por sus circunstancias o edad. Luego, si hay deudas, se abre una cuenta  y se va  renunciando a las cosas superfluas o incluso algo necesarias y a ahorrar para pagar. Una cuenta que no mezcle. Todos a arrimar el hombro, todos a la hucha común al final de cada día, viendo cómo crece y sabiendo que llegará un día en el que todo eso acabará. Así se tiene motivación para sacrificarse. Pero como se está haciendo no va a acabar nunca. Dicen que el 2014… que no, que no se ve nada, que no me lo creo, que como sólo tengo la palabra del presidente pues que no me creo al presidente. Otro igual. ¡Qué desastre! Y si no… ¿qué?

Lo primero que había que haber hecho, en mis luces de andar por casa pero que la casa es intocable,  es empezar por arriba, recortar a los bancos y a las fortunas más poderosas, agilizar la recuperación del dinero extraviado, con juicio pero el dinero ya, y luego hacer cuentas de lo que falta y mantener la dignidad contra Alemania o quien sea. Si se hubiera hecho así la ciudadanía hubiera entendido que le tocaba apretarse el cinturón para los últimos flecos. Y se lo hubiera apretado. Pero no, se ha empezado por recortar a la base que sustentamos este país y eso es de una injusticia, de un fascismo y de una prepotencia que clama al cielo. Se ha tenido en cuenta nada más que a los bancos y a su sustento político como casta cómoda y  bastante inepta, por no decir malintencionada. ¿Quienes se han creído que son?  ¿Cómo pueden siquiera seguir en sus trece? Hemos perdido calidad de vida, no hay trabajo para nadie y vamos a tocar fondo si no lo hemos hecho ya. ¡Qué pena España lo que han hecho de ti…! Por eso esta ha sido la huelga de la indignación, una huelga que no mira al patrón porque ni nos mira ni nos va a escuchar, una huelga donde solo vale la unión entre los iguales sufridores. Eso es lo que estamos viendo cada día por cada esquina del país: protestas, protestas y protestas. Así habla el pueblo, esa es la forma de saber lo que piensa el pueblo y de ahí a organizarse no hay más que un paso. La manera de hacerse oír entre elecciones es protestar. El gobierno tiene que prestar oídos a lo que decimos y decimos lo que hemos dicho: que estamos hartos, indignados y cabreados y que se debe al pueblo y tiene que rectificar. ¿Qué más quieren saber? Se lo estamos diciendo, no vale ya decir que no saben lo que queremos o pensamos, está muy claro: que empiecen por los grandes, no por los chicos. Y si no saben o no quieren saberlo, que se vayan. Nuevas elecciones, que a veces un día más es mucho tiempo.

Creo que en esta huelga la ciudadanía ha tomado la calle aunque algunos grupos aprovechen para perjudicarnos a todos. Y siento tener que decir que no reconozco  el protagonismo de los sindicatos, también los oigo con bastante desánimo o me parece que hablan demasiado ligth. Pero es que además me indignan también las consignas que les dan a los piquetes “informativos” que para mí son piquetes coactivos y encima cobran. No quiero entrar en tonterías de que nos informan, eso ya no se lo cree nadie, ellos se dedican a increpar, amenazar y atemorizar y a mí me ponen de mal humor porque no respetan la libertad y le dan motivos al adversario para no creernos. A mí me gustaría que cada cual hiciera lo que quisiera sin coacciones  para saber a qué atenernos, pero con ellos nunca lo sabremos y me sienta mal. Se ha detenido a más de un centenar y, sinceramente, me parece bien,  independientemente de las formas de la policía, porque no me gustan las hipocresías y así no me representan. Ser piquete para mí es una hipocresía manifiesta y lo puedo decir más alto pero no más claro. Así pues, que ni el gobierno ni los sindicatos me cuenten cuentos, que no me convencen.

La ciudadanía sigue su proceso, se está llegando a un punto en el que todos nos vamos uniendo, hasta los jueces, descubriéndonos la trampa de la letra pequeña de los desahucios. Y esa trampa la sabía el gobierno y la ha consentido y ha permitido que 400.000 familias se queden sin casa, sin darles una solución y ha consentido que se dé lugar a suicidios. Y lo sabía, todos los políticos y banqueros lo sabían, puesto que ahora van a poner algunas medidas paliativas, aunque ya veréis como son cicateras y de lavado de conciencias. Y saben muchas más cosas y tienen más salidas, pero no quieren, su idea es política de derechas cien por cien. Esto no puede consentirse, que nos están tomando el pelo, que llevan su idea, que les da igual lo que nos pase, que no importamos. Y si la ciudadanía se organiza, puede que sea lo único positivo que saquemos de todo esto. Ese es el motivo de la huelga.  Y p´alante.

En toda la democracia no me he sentido más engañada. No me lo puedo creer.

Manifestantes frente a unos grandes almacenes en Jaén el 14N