Decir que amar es maravilloso o peligroso, ilusionante o decepcionante, fácil o difícil, una suerte o una desgracia en la vida o cualquier otro antagonismo no sólo gramatical, es algo con lo que ya contamos, y después que cada cual relate la historia como le vaya. Pero que me tengan que decir que amar es constitucional, que tenga que haber una ley de leyes para corroborarlo, eso ya no se me hubiera ocurrido nunca. Lo que hacen los titulares, que soy consciente pero los utilizo cuando me permiten un inicio cómplice. Entre otras cosas eso es lo que digo hoy después de 7 años haciéndose esperar lo lógico, aunque confieso que no fue lo que dije entonces cuando el PP interpuso un recurso ante el Tribunal Constitucional en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo hace esos mismos 7 años. Dicen que el tiempo pone a cada cual en su lugar pero a veces ¡cuánto se pasa mientras pasa! Y encima para que después “no pase” nada. Pero como lo nuestro es pasar, pues pasemos, aunque a veces los surcos del camino requieren de un arado demasiado duro, que no es la mar todo lo que reluce. El caso es que en estos días, al fin, el T. C. ha revalidado la ley que permite, sin amenazas ya, este matrimonio. No tenía más que leerse el artículo 14, que está muy claro y facilito pero “no sé por qué” les han sido necesarios estos siete años. A lo mejor esperaban el tiempo propicio y como no creo en la casualidad lo conecto con que el otro día me dijeron que los siete años son cruciales para que todo se replantee y, o se acaba algo o se sigue. Y debe ser eso.

A mí me encantaba celebrar el día de la Constitución con mis alumnos y alumnas enarbolando el artículo 14, yo casi no seguía las pautas que se nos daban desde instancias educativas para reforzar la nación, la unidad, el estado, o la monarquía, yo erre que erre con el artículo 14 porque me parecía, y me parece, el más claro, básico, justo y perdurable de todos, porque es el que más tranquiliza y respalda, el que conecta más directamente con la libertad y la igualdad en todos los sentidos, ejercidas desde el respeto. ¿Qué hay mejor que respetar? No es difícil respetar porque cada cual es dueño de su vida y sus circunstancias, no dueño de la vida y circunstancias de los demás, no faltaría más que tuviéramos que cargar con mochilas de otros, por mucho que los amemos, ni que nadie lo quisiera realmente para sí mismo/a, por mucho que nos amen. Cada cual es único con su nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, condición o circunstancia personal o social y sin embargo, o además, igual ante la ley. Sé que persisten muchas discriminaciones, que la ley no se cumple conforme al ideal de humanidad, que a veces indigna incluso su aplicación, pero bueno, al menos ya hemos pasado página de una. Parece mentira que hasta no hace tanto se menospreciara, persiguiera y encarcelara a los homosexuales, no por casarse sino por serlo o haber optado por ello. Por tanto enhorabuena y felicidades a la libertad que ya puede llevar la bandera del arco iris.
Siempre hemos sido proclives a marginar a los diferentes según la norma, aleatoria en todos los casos, no ha sido fácil de nunca abstraernos en el derecho a la individualidad, también en el amor, que ya es el no va más de meternos donde no nos llaman. Este artículo tan fundamental sólo tiene precedente en los artículos 2 y 25 de la Constitución del 31, con la Segunda República, aunque el nuestro está mucho más claro, anteriormente, y mirad la pila de siglos, nada de nada. A mí me encanta que ponga la palabra “prevalecer”, me encanta cuando dice “sin que pueda prevalecer”, me encanta que nada ni nadie sobresalga, se imponga o triunfe sobre algo o alguien, no sé, me devuelve la ilusión ante tanta prevalencia económica y humana que nos está machacando. Sé que estamos bajo mínimos, que estamos perdiendo libertades, derechos y autonomía, sé que el liberalismo, o lo que sea, nos está engullendo, quizá por eso me ha alegrado de que se haya hecho justicia esta vez, de que se le dé alguna satisfacción a estas personas que solo quieren ser libres para amar. Ya se es libre para amar, que parece que el que sea constitucional era sine qua non. Pues no. Pero bueno, gracias.
Es interesante echar una mirada, por un momento, hacia atrás y recordar por qué y cómo se produjo este recurso. Estábamos en una etapa en la que el PP se negaba a todo y ahora creo que respira aliviado; se propició un lío por la palabra matrimonio intentando cambiarla por unión, cuando si hay igualdad es igualdad; luego se quiso explicar que era la familia la que estaba en peligro, se cuestionaría el modelo patriarcal, pero la realidad nos demuestra todos los días que hay muchas clases de familias, que ninguna deja de serlo y que no se puede dejar fuera de la palabra a tanta gente; posteriormente era la adopción de los hijos la que se pretendía negar, cuando estamos hartos de ver hijos de todas clases, en los divorcios por ejemplo y peor tratados, muchas veces, en una familia de las de toda la vida. No nos podemos engañar en esto. Lo que ha pasado en estos siete años ha sido seguir atacando por todos lados lo que subyacía en las mentes homófobas: que dos personas del mismo sexo pudieran convivir normalmente y que fuera considerado normal. Ese era el quid, pero no se ha podido, todos somos iguales ante la ley y ya lo dice hasta el T. C. por si había duda. Sólo era cuestión de leer.
Desde el año 2005 ha habido 21.500 matrimonios entre parejas del mismo sexo. Ignoro el número de divorcios y separaciones pero también ha habido, como cualquier hijo de vecino. Yo me pregunto al hilo de esto, qué hubiera pasado si no se hubiera adoptado esta sentencia favorable. Por un lado no servirían los matrimonios y si alguno hubiera fallecido y el conyuge hubiera recibido la herencia o la pensión, ahora qué: ¿Lo devuelve? Pero es que si se hubieran divorciado: ¿devuelve el Estado los gastos que acarrean los divorcios? ¿A quién se reclama? ¿Para unas cosas sí y para otras no? Pues hubiéramos estado buenos con la que está cayendo.
Por eso yo creo que ante todo se ha aplicado el sentido común y que como no afectaba a los dineros y se podía dejar tranquilo a un colectivo que tampoco da guerra per se, pues todos contentos. Y si además se le da un barniz de progreso al partido en el gobierno, mejor que mejor. Pensar otra cosa sería de ilusos y aunque estoy de acuerdo en pensar que Zapatero empezó esta ruina económica y esta crisis social que tenemos, no puedo menos que reconocerle este paso y muchos otros para conseguir el estado del bienestar. Y así lo digo.
Sin embargo ha supuesto una agonía innecesaria para quienes intentaban conseguir este derecho al mismo tiempo que un error por parte de quienes se opusieron en su momento. A veces los resultados felices hacen olvidar los principios dolorosos y eso sólo beneficia a quien lo hizo mal, al final los “malos” siempre salen indemnes, en todo, cuando no es el perdón es la alegría del final, el caso es que todo se olvida. ¡Cuántos ejemplos tenemos…!
En fin, bien está lo que bien acaba, se dice, pero aguanta mientras tanto y consuélate con que la memoria es frágil. Yo me quedo con la frase de mi padre, que decía: “Vive y deja vivir”. También con la felicitación para quienes fueron valientes para demostrar que les traía al fresco si su matrimonio era constitucional o no, ellos y ellas sabían que amar es otra cosa. No creo que les hayan usurpado ni un minuto de vivir como “normales”. Y que les quiten lo “bailao”.

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