Estos dos gentilicios, hoy puestos en duda por algunos que desean la independencia de Cataluña, es una grave cuestión, a la que voy a dedicar este escrito.
España y Cataluña, son, han sido y serán, compatibles porque en el pueblo que siempre es más sabio que sus gobernantes, está totalmente arraigada la cultura de ser español y catalán o viceversa. Mucho antes que solo una de las dos, que no dejan de ser situaciones extremas.
Históricamente la ola secesionista que promueven algunos políticos catalanes hunde sus raíces en la Guerra de Sucesión a la corona española que sucedió entre 1701 y 1714. Fue la primera gran guerra civil española a la par que europea, entre Borbones y Austrias y sus respectivos aliados. Cataluña el primer año juró lealtad al Borbón, pero se desdijo y posteriormente, apoyó al pretendiente austriaco, como otras partes de España. Al ganar la guerra los primeros después de catorce largos años, Barcelona sitiada tuvo que rendirse un 11 de septiembre de 1714, de ahí la celebración de la Diada dicho día. El ganador Felipe V, nuevo rey de España, mandó abolir todos los privilegios y fueros de la nobleza catalana, por la traición recibida. No les pasó lo mismo a navarros y vascos que los mantuvieron y como sabemos los mantienen, respecto al resto del Estado. Hasta aquí un breve apunte histórico.
Pero luego, está la historia del siglo XX, que acabó llenando de García, Martínez y Pérez, los listines de teléfono de toda Cataluña, que con su sacrificio, trabajo, tesón y esfuerzo, hicieron de la tierra catalana el motor de la nación española, sobre todo con las dos dictaduras. En la primera con la construcción del Metro de Barcelona, y la Exposición Universal de Barcelona, de 1929, obras que llevaron hacia Cataluña a una legión de murcianos y almerienses. En la dictadura franquista, que les voy a hablar de la emigración, de Andalucía o de Galicia y de Aragón, de toda España, hacia Cataluña, que no esté en la memoria de todos, los que hemos pasado de los cincuenta o sesenta años.
Hablar de los muertos andaluces en Cataluña, a lo mejor no es muy ético, pero por qué no recordar las víctimas de las riadas de septiembre de 1962, hace justo cincuenta años y que al menos oficialmente se hubieran merecido una misa, pues fue la catástrofe natural más grande del siglo XX, fue natural pero ocurrió por las míseras condiciones de vida de aquellas humildes gentes, en Sabadell o en Rubí, en la tristemente famosa riera de las arenas, más de dos mil muertos, y más de quinientos desaparecidos, en su mayoría andaluces. Aún recuerdo el rostro desencajado de mi padre al volver de intentar encontrar un desaparecido de su pueblo en los depósitos de cadáveres, donde estaban los cuerpos apilados. Recuerdo también un derrumbe en un hotel en Pineda, con varios muertos y heridos que quedaron inválidos, todos ellos andaluces.
Y las mujeres que para trabajar en la fábrica textil se tenían que levantar a las cuatro de la mañana, para poder coger el primer autobús que salía a las seis, debiendo andar hasta la parada, casi cuarenta minutos en Tarrasa o Sabadell, todas ellas claro esta foráneas.
Toda esta gente, con su afán y con su sacrificio, hizo grande Cataluña, porque sabían que al mismo tiempo hacían grande a España y ello les reportaba personalmente un estado de satisfacción y la esperanza en una España mejor.
Hoy sus hijos, y sus nietos tienen el sentimiento de ser catalanes y españoles al mismo tiempo, les unen vínculos familiares y afectivos con las patrias chicas de sus antepasados. No quieren para poder rezar a sus muertos tener que atravesar una frontera. Además en una época histórica, en que se rompen barreras entre personas, en que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías no paran de dar saltos hacia un mayor conocimiento de los pueblos, lo de poner una frontera allí donde no está, no es racional, ni tiene sentido común y desde luego cuando se quiere instalar con aires de superioridad, puede ser cualquier cosa menos demócrata.
Es lamentable, que el motivo principal de esta movida, sea el económico y por él se pongan en peligro los sentimientos de las personas, porque no tienen razón de ser querer instalar privilegios por vivir en una determinada zona o territorio, privilegios propios de la Edad Media. De hecho creo recordar que algún beneficio fiscal que el País Vasco, quiso otorgar a las empresas que se estableciesen en su territorio, fue anulado por los tribunales europeos. Y es intención de los miembros de la Unión el que existan privilegios de este tipo, por su anacronismo y por lo anti demócratas que son.
Cataluña, siempre fue la región española más beneficiada económicamente en tiempos de la dictadura franquista, negarlo es no conocer la Historia. Todos los Bancos, sin ser catalanes, hicieron sus grandes inversiones en Cataluña, todo el dinero que enviaban los emigrantes españoles, desde Alemania, a cuentas de ahorro emigrante lo invertía la Banca, junto con los ahorros de las regiones del resto de España, en proyectos e inversiones catalanas. Valga un ejemplo, una ciudad importante de «Castilla la Nueva» es Talavera de la Reina, y un pueblo costero catalán es Lloret de Mar, pues bien en 1974, en uno de los primeros Bancos españoles, en Talavera, había un Pasivo (Dinero de Clientes) de 2,000 Millones de pesetas y un Activo (Créditos) de 300 Millones de pesetas., en Lloret era a la inversa.
Con la llegada de la democracia y sobre todo de las autonomías, algo de esto cambió, desgraciadamente todavía no todo, dado que el andaluz, el extremeño, o el castellano, no se distinguen precisamente por ser emprendedores, es de un conservadurismo extremo el capital y solo le gusta invertir en bienes raíces (tierras, pisos, locales etc.) dicho sea de paso tienen mucha culpa de la burbuja inmobiliaria. Pero esto poco que ha cambiado, unido al mal gobierno del tripartito catalán, con el Sr. Montilla a la cabeza, y la falta de actuaciones acertadas por parte del Gobierno actual de la Generalitat de Catalunya, ha derivado en un deseo soberanista erróneo, que además aprovecha la crisis económica en su beneficio demostrando su insolidaridad con los otros pueblos españoles a los que tanto debe.
Otro de los factores a considerar es que una secesión catalana, sería un mal ejemplo para Europa, tal vez se relanzasen otras secesiones lo que obligaría a un replanteamiento general de las fronteras, con las connotaciones peligrosas que podrían ocurrir, Cerdeña, Lombardía, Flandes y algunas más.
El que esto escribe, nació en Barcelona, hijo de granadinos, en el año 1948, ya en su infancia sufrió discriminación por no hablar catalán y ser el hijo de la portera, concretamente no se me dejó entrar en los boy scouts en el colegio escolapio, donde cursé estudios. Luego pude comprobar cómo un alto cargo eclesiástico catalán, desheredó a su sobrino por casarse con una andaluza. Desde el año 2000 vivo en Andalucía con mi esposa linarense, intento vivir lo mejor posible, pero el tema catalán me apasiona, a fin de cuentas es mi tierra, y la quiero. Pero por encima quiero a España, me emociona ver bailar una jota delante de «La Pilarica» como una muñeira en Covadonga, me emociona la poesía de Alberti, de Lorca, de Machado, como los versos de Verdaguer, o un pasodoble canario, me gusta Rosalía de Castro, Galdós, y otros tantos, me gusta la sardana y las sevillanas, en una palabra soy por encima de todo español.
Ante la situación que se está planteando por el gobierno de la Generalitat de Catalunya, sustentado por un partido como Convergència que dice que realizará un Referéndum, sí o sí, en contra de la Constitución Española, y la actitud de otros partidos sustentando la idea, como Esquerra o Izquierda Unida (sépanlo los andaluces, estos también lo apoyan) así como parte del Partido Socialista y otros pequeños grupúsculos, creo que ha llegado el momento de decir con la fuerza de la Constitución un basta ya a este cúmulo de insensateces y veleidades, con las que se quiere enfrentar a los ciudadanos de Cataluña, nuestros hermanos.
Y para finalizar, pedir a la Rosa de Abril, nuestra Virgen Morena, que ilumine a los políticos y no deje de ser nunca Princesa de los catalanes y Estrella de Oriente de todos los españoles.

Vista de Barcelona – Foto: Jordi Casasempere