El Banco Central Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo, la Comisión y el Parlamento Europeo son instituciones de la Unión Europea. Desde 1986 (yo diría que incluso antes, pero bueno) forman parte de nuestra vida.
Seguro que muchos aún recuerdan la frase “ya semos europeos”. Era como si desde el momento de nuestra entrada en la Comunidad Económica Europea el nivel de vida de los españoles “por arte de virli virloque” fuese a convertirse en el que tenían los alemanes o los franceses. Sin embargo, pasados más de 25 años como miembros de la U.E., aunque nos hemos acercado tímidamente, o mejor dicho, parecía que nos habíamos acercado, tras cuatro años de crisis y dos recesiones, comprobamos que aún seguimos muy, muy lejos. Además, ha quedado meridianamente claro que el modelo de desarrollo español de las últimas décadas no ha sido, lo que se dice, una buena elección.
El dinero que ha venido de Europa (miles de millones) no ha servido para crear o consolidar un sistema económico, sino que ha creado una suerte de espejismo de desarrollo. Las consecuencias de este espejismo las conocemos y las estamos sufriendo todos: familias sobreendeudadas, administraciones que utilizaban el dinero público como si manase de una fuente sin fin, bancos y entidades financieras que hacían de su capa un sayo.
Ahora que estamos sufriendo nuestra segunda recesión nos dicen cada día que nuestros problemas tienen su origen en la UE, en que el Banco Central Europeo hace o no hace, en que desde Bruselas se nos exigen cambios estructurales o mayores sacrificios. Pero ¿eso es real? Nos intentan convencer de que las instituciones europeas son algo extraño a los gobiernos y la verdad es que ya estoy harta de escuchar hablar a los políticos como si ellos no tuviesen nada que hacer o no pudiesen hacer nada. No creo que sea yo quien tenga que recordarles que el estatuto del Banco Central Europeo y las normas por las que se rige han sido el resultado del acuerdo de los gobiernos de los países que forman parte de la zona euro. Que la Unión Europea es lo que los gobiernos han querido que sea y que son los acuerdos entre gobiernos los que pueden hacer que evolucione y se adapte a la nueva situación en la que nos encontramos. Ya está bien, que dejen de mirar para otro lado y que se pongan manos a la obra, que después de cuatro años ya toca.
Una unión monetaria no es suficiente para unir y consolidar una zona económica y ya se sabía cuando se diseñó. Ha de ir acompañada de la unión fiscal y financiera y para ello hay que ceder soberanía y apostar, pero de verdad, por una Unión Europea fuerte y consolidada. Esa es la forma en que se podrá hacer frente a los ataques especulativos y que permitirá a sus miembros no sólo comerciar entre ellos sino también converger en el nivel de vida de sus ciudadanos. Que Europa sea una SOLUCIÓN es la tarea que los ciudadanos europeos debemos exigirles a los gobiernos.
Fuentes:
http://europa.eu/index_es.htm
http://ecb.int/html/index_es.html