Ante el cúmulo de noticias, y contra noticias a que nos tienen acostumbrados en los últimos meses, me atrevería a decir que años, los medios de comunicación, y los políticos de turno, tenemos todos un cacao mental que por más disquisiciones filosóficas que hagamos por más pies que le busquemos al gato, no daremos con una solución justa y cierta, y mucho me temo que cuando llegue será porque interesa a unas minorías selectas y será cualquier cosa menos justa.
Oímos hablar de más Europa, más Europa y la realidad es que cada vez vemos menos Europa, en nuestro alrededor, con políticas insolidarias sobre todo por parte de los países centrales y del norte del continente.
Hace unos años, votamos en Referéndum, una Constitución Europea, que al final quedó en agua de borrajas, no obstante dio, pese a olvidarse del tronco común que significa para Europa el Cristianismo, presente desde los Urales hasta las marismas del Guadalquivir, una esperanza que ha quedado diluida, ante la insolidaridad que se está demostrando a lo largo de los años anteriores y recrudecida en el actual.
Con su permiso, voy a efectuar unas breves pinceladas históricas, la Unión Europea actual, haría que sus creadores, entre otros, Paul Henri Spaak, Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi o Jean Monnet, si levantasen la cabeza, gritarían al unisonó “No es eso, No es eso”.
A lo largo de los últimos ciento cincuenta años, Europa ha vivido tres grandes guerras civiles, la Franco Prusiana, la gran guerra (1ª Mundial) y la segunda guerra mundial con el desgraciado prologo de la nuestra. Ahora en estos momentos, estamos viviendo la cuarta una guerra civil económica entre el Norte y el Sur. Lo malo de las guerras civiles y eso lo sabe bien Alemania, al final solo tienen perdedores.
A esa guerra civil económica latente en Europa, sin duda hay que añadirle un factor desestabilizador importantísimo, y que no es otro que el de una gran cantidad de emigrantes, sean turcos, indonesios, argelinos, marroquíes o sudamericanos que no solo no se integran, si no que no quieren integrarse, reconocer eso, no es xenofobia, es reconocer un grave problema, al que deben enfrentarse con unidad todos los países europeos, ayudando a los que más lo sufren como el nuestro, es muy fácil que para países como Finlandia, exigir garantías a España por un préstamo, pero se desentienda del costo suplementario que para nosotros ha tenido el fenómeno migratorio.
La vertebración de un estado, exige unos cimientos que son las leyes, si queremos ir hacia una Europa unida, tenemos que empezar, no por una moneda, tremendo error, si no por unas leyes unificadas, civiles, administrativas y penales, que tengan una base constitucional, aprobada por todos los ciudadanos europeos. Esa ha de ser la meta, lo contrario es una utopía.
Además hay un elemento fundamental, que todos los países europeos tienen que estar dispuestos a cambiar, que son las fuerzas armadas, se tiene que hacer un ejército europeo, fuerte como una de las primeras premisas para la creación de un estado europeo. ¿Es esto posible cuando aún 67 años después de finalizada la 2ª Guerra Mundial, existen en Alemania, la friolera de 20.000 soldados británicos asentados en bases por toda Alemania? ¿Hay bases francesas? ¿Y norteamericanas?. Paderborn, es una ciudad del centro de Alemania en Renania del Norte Westfalia, con una base británica, pues bien sus calles están llenas de paneles, de paisajes urbanos, con fotografías de antes y después de los bombardeos aliados, lo que refleja a todas luces que todavía queda un gran resentimiento en el pueblo alemán. La amistad franco alemana, de la que han hecho gala sus líderes, la pondría yo en entredicho, y por tanto la creación de ese hipotético ejército europeo no es nada fácil, es otra utopía en la actualidad.
Como en una confesión luterana, todos los países tenemos que reconocer públicamente nuestras faltas, después de un profundo examen de conciencia, pedir perdón y tener un firme propósito de enmienda. Existe eso en los pueblos europeos, ¿Qué me digan dónde? Pues yo no lo veo.
Las nuevas generaciones alemanas, aunque ya lo hayan hecho sus mayores, deben de reconocer que la dejadez democrática de sus abuelos, trajo a Europa, el terror, la destrucción y la muerte, deben de reconocer que las ayudas económicas del Plan Marshall ayudaron a levantar Alemania junto con los brazos de las gentes del Sur. También deben de reconocer que han sido los primeros en faltar a las reglas autoimpuestas con motivo de su reunificación, con la mirada benevolente de los demás países, si se acompañan de la generosidad a lo mejor se abra un resquicio de luz para la futura Europa, lo contrario es caer en la utopía.
En los últimos treinta años, han sido más de diez estados nuevos los que han surgido en el continente, en lugar de unidad, disgregación, países como el nuestro o Bélgica, ven peligrar su unidad territorial por los nacionalismos exacerbados de unas minorías. Así no vamos a ningún sitio la unidad Europea es algo utópico que nos quieren vender pero que no cala, por que los políticos no son como aquellos de los años 50 y 60 que eran unos convencidos. Seguramente porque les habían visto las orejas al lobo, más bien a la jauría de lobos. (Todos los ismos habidos y por haber).
En cuanto a nuestro país España de nuestros dolores, de nada servirán las políticas que se efectúen, si no empiezan como ya he dicho en anteriores ocasiones, con una reforma total de la Justicia, en todos sus niveles. Responsables los legisladores, y los jueces.
Pero por Dios, fíjense Udes., si es fácil, aplíquese al defraudador de impuestos, igual que al que hace una apropiación indebida, es decir de dos a seis años de cárcel. Aunque tengamos que hacer dos cárceles nuevas, verán que pronto aumenta la recaudación del Estado, y todos hilamos muy fino al pagar lo que nos corresponde.
Resumiendo, nos rescatarán o no nos rescataran, pero la Europa de Schuman, de Adenauer, de De Gasperi, está muerta, la Sra. Merkel y su amigo Sarkozy se han encargado de ello, dudo que alguien sea capaz de darle la vuelta a la tortilla. Está claro por qué Europa es una utopía. Aunque nos gustaría que fuese una realidad-