Ankara, una ciudad con más de cuatro millones de habitantes, es la capital de Turquía, así como de la región de Anatolia Central. A pesar de ser la capital, es la segunda ciudad en número de habitantes del país, por detrás de la populosa Estambul. Claramente eclipsada por los atractivos turísticos y económicos de la antigua Constantinopla, Ankara es una ciudad administrativa, en ella se encuentran las delegaciones diplomáticas extranjeras.

Hasta Ankara llegamos en un viaje organizado. El autobús nos dejó a las puertas del afamado «Museo de las civilizaciones anatolias», el cual ni pisamos, pues teníamos claro que el escaso tiempo que íbamos a estar en la capital turca lo queríamos dedicar a visitar su ciudadela. Accedimos a ella por la Parmak Kapisi, -Puerta del Dedo-. A intramuros no parece que estés en el corazón de una gran ciudad, al contrario, da la impresión de estar en un pequeño pueblo, con niños jugando en la calle, mujeres llevando agua,  sin coches, un ambiente muy tranquilo, lejos -de momento- de convertirse en un parque temático para turistas. Un lugar todavía auténtico. Del breve paseo por la Ankara Kalesi -ciudadela-, me quedé con esta imagen que irradiaba paz y sosiego. Se respira tranquilidad en el número veintidós de esta calle.

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