Eran las tres de la tarde
un agosto santo
y dios embargó nuestro paraíso.
A la pregunta
¿qué debemos?
nadie respondía.
Al grito
¿a dónde iremos?
nadie contestaba.
Iniciamos el camino
de los desamparados
a paso descalzo,
a llanto sin luna.
Duro camino,
seca existencia
el desamparo.
Una rama torcida
indicaba el camino del Gólgota.
Esperanza sin rocío
piel de espinos,
miradas de pájaros en la noche.
Ora pro nobis
ora pro nobis
ora pro nobis,
pero nadie oraba pro nobis.
No hubo luz de la tarde aquel día.
Anocheció de golpe
como si alguien de un soplo,
hubiese apagado el astro.
Nos acercamos al monte
¿Y las cruces?
¿Y el redentor?
Sólo había un mirador
desenfocado
atascado
oxidado
y un cartel
con grandes letras que decía:
“Cerrado por vacaciones”
¿A dónde iremos?
Nadie responde.