He visto muchas veces a Dios este verano, lo he palpado, lo he sentido dentro de mi ser. Me siento inmensamente feliz de estas experiencias y sensaciones que con auténtica plenitud he vivido. Y he visto a ese Dios, que he buscado a veces con desespero, en las cosas más simples y a veces más duras de la vida. Sí, lo he visto de los ojos limpios de Buley, un niño Saharaui que ha convivido con nosotros dos meses, y que volverá al duro desierto dentro de unos días. También lo he visto en los ojos de Ana y de Helena, (ambas de dos años), hijas de unos buenos amigos la primera, y de unos excelentes vecinos la segunda, y en Carlitos su hermanito recién nacido. También, en los adorables ojos de una niña hindú llamada Sneha, que dicho sea de paso es un torbellino de cinco tiernos años. Sí, en Manolo y Juana Mari, que sólo ellos saben de su sufrimiento durante tantos años. Y cómo no, en la transparente mirada de mi amigo León, tras la muerte de su amada esposa. Una mirada de auténtica Paz, de auténtico Amor hacia el amor de su vida, de una aceptación de los designios del Padre que le hace estar sereno, tremendamente sereno, a pesar de la irreparable pérdida; porque él es un hombre con Fé, que nos contagia a todos los que le conocemos, a pesar del sufrimiento durante más de 20 años a causa de la enfermedad de su Patro. Este verano ha sido rico en experiencias inenarrables para mí, porque sin buscarlo, “Lo” he notado cerca, muy cerca, y lo más maravilloso, sin necesidad de buscarlo. Muchas veces lo he buscado, quizá no haya sabido mirar. Este Dios se me ha mostrado tal como es, Sencillo, lleno de Amor, Paciente, lleno de Paz y continuamente presente en las alegrías y en el sufrimiento humano. He llegado a la conclusión de que ese Dios, es diferente al “dios” conceptual que he tenido durante tantos y tantos años. He llegado a comprender, que Dios no es una idea, un concepto asimilado que existe fuera de mí, ni fuera de nadie, porque sus manifestaciones y su presencia real, está en cada uno de nosotros, en mi esposa , en mis hijos, en mis vecinas Araceli y Mª Teresa, mujeres de inmensa humanidad y limpieza de alma; en los ojos de mi perro Eolo, en los de Nena la perra de Araceli, en Rufo, en Noel, en Ely, los perrillos de Mª Teresa y en la hierbabuena del patio… Y es que este Dios, es un cachondo mental que muchas veces juega conmigo al escondite, pero ya le voy cogiendo el paso.

Luz - Foto: Jordi Casasempere