Pensamientos tontos los tenemos todos, pero el sabio se los calla. Lo mejor para el sabio es no parecerlo. Sólo los que saben poco quieren mostrar en todas partes lo que saben y pecan por ello de necios, al final siempre se descubre su ignorancia. Como dijo Da Vinci: La sabiduría es hija de la experiencia. Los años hacen que, a base de experiencia y muchos golpes lleguemos a ser más sabios, así que se puede apostillar que la sabiduría se adquiere con dolor. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Es bueno decir “No lo sé”; puede sacarte de una duda o una ignorancia en un instante que ser ignorante toda tu vida. En nuestra juventud no dejábamos de escuchar la palabra: -¡Estudia!- nos incomodaba hasta hastiarnos, con el tiempo y la edad comprendemos que sólo intentaban concienciarnos para no errar en las mismas equivocaciones que cometieron nuestros mayores, más yo también digo: -¡Estudia!- No para saber una cosa más, sino para saberla mejor.
Todo esto viene a decir: Que la sabiduría sea la sabiduría de las canas, pero que tu corazón sea el corazón de la infancia candorosa.
En cuanto a mi, sólo sé que no sé nada.(Séneca).

La sabiduría