Casi todos los linarenses pasamos con frecuencia por la Plaza de Aníbal e Himilce de nuestra ciudad, casi todos sabemos que la chica fue una princesa, hija del rey Mucro de Cástulo, que se casó con el general cartaginés Aníbal allá por el año 220 a de C. Pero, quizá sea menos conocido el hecho de que con este matrimonio Cástulo, importante ciudad del íbera del sur de España en el siglo III a de C. selló una alianza con Cartago al comienzo de la Segunda Guerra Púnica en la que una vez más esta potencia se enfrentaría a la potente Roma. Tras la pérdida de Sicilia en la Primera Guerra Púnica, Cartago necesitaba revitalizar su mermada economía. El caudillo cartaginés Amílcar Barca organizó una gran expedición militar a la península Ibérica para obtener las riquezas que en ella había, quedando bajo su dominio muchos de los pueblos de la zona meridional. Tras su muerte en la batalla de Illici, su yerno Asdrúbal el Bello se hace con el mando fortaleciendo alianzas, gracias a su admirable diplomacia, con muchas de las tribus del este de la Península, fundando Cartago Nova (actual Cartagena) y situando la frontera de Cartago en el río Ebro. Asesinado Asdrúbal alrededor del año 221 a. C., es nombrado Aníbal Barca, hijo de Almírcar, caudillo cartaginés.

Parece ser que los jefes y reyes de diferentes tribus del sur de la península, ante el temor de la invasión cartaginesa, acudieron a pedir protección a Mucro. Su temor era que, nombrado Aníbal nuevo líder cartaginés, la época de paz de la que habían disfrutado con Asdrúbal se transformarse en período de conquista y pillaje por parte de las tropas venidas de Cartago. En esta tesitura se hallaban los íberos del sur cuando el propio Aníbal se presentó ante las puertas de la ciudad, cercana a la actual Linares, para parlamentar con el rey Mucro. Cuentan que el joven general púnico se sintió ofendido cuando el rey de Cástulo le manifestó sus temores. Habían firmado un tratado con Asdrúbal y su intención era respetarlo. Para ratificar la paz y evitar un enfrentamiento con los cartagineses, la hija de Mucro, la princesa Himilce, aceptó desposarse con Aníbal.

Poco se sabe de Himilce, cuentan las crónicas que se hallaba en el santuario de Auringis (en la actual Jaén) cuando conoció a Aníbal, casándose con él en la primavera del 221 o 220 a C. en el templo de Tanit en Cartagena, ciudad a la que viajó con él y en la que permaneció mientras el caudillo cartaginés llevaba a cabo una incursión en la Península Itálica, camino de Roma. La pareja tuvo un hijo y la esposa no pudo ver el regreso del marido derrotado más por los elementos que por las tropas romanas, pues murió estando Aníbal en campaña. Se cree que fue enterrada en Cástulo, donde le erigieron una estatua funeraria, que los linarenses queremos seguir creyendo se tarta de la que hoy se erige en la plaza del Pópulo de Baeza, a pesar de que las última dataciones de la misma la sitúen en siglos muy posteriores.

Por otro lado, en el aspecto histórico, la derrota de Aníbal propició que Cástulo abandonase la alianza situándose al lado de Roma, recibiendo privilegios al término de la guerra por parte del Imperio. Algunas crónicas históricas avalan estos hechos: El poeta Silio Itálico en su Púnica (Lib. III) narra la boda Himilce con Aníbal, habla de su hijo Aspar y de como Himilce quiso evitar la guerra con Roma y, una vez declarada, acompañar a su marido a Italia, pero Aníbal se negó y la dejó en Cartago, ciudad en la que, como se ha dicho, murió víctima de una epidemia. Aunque el historiador romano Tito Livio no menciona su nombre, parece que alude a ella cuando escribe que Cástulo, fuerte y célebre ciudad de Hispania, tan estrechamente unida a los cartagineses que la esposa del propio Aníbal era de allí, se pasó a los romanos. (XXIV, 41, 7)

Amén de datos históricos, la leyenda nos dice que, a pesar de tratarse de una boda diplomática, surgió el amor verdadero entre el general y la princesa, ¿si no, por qué tanto empeño en acompañarle en su campaña militar? Todos los años se celebra en Cartagena, entre la historia y la leyenda, una recreación teatral de este acontecimiento.

Una idea a tener en cuenta si, como muchos pretenden, se quiere hacer de Linares una ciudad “turística”.

Bodas de Aníbal e Himilce (Cartagena) - Foto: Juan de Dios Sáez Juliá