Esta soy yo, una de tantos personajes que habitan la tierra, aunque mis pies nunca tocan el suelo -en muy pocas ocasiones me he visto obligada a ello-. Mi corazón lo he cosido a mi pecho porque no me cabe dentro -tengo mucho cariño que repartir y mucho que guardar-. Tengo largo el cabello, las pestañas y mis abrazos, que mantengo abiertos de par en par a quien los necesite. La vida es como una marioneta; son muchos los que intentan mover los hilos invisibles en el teatro del mundo, aunque siempre tienes en tu mano participar en ese movimiento,  antes de que se acabe tu espectáculo para ser guardarda en un cajón hasta el olvido, -o no-. Sólo los aplausos y los fracasos decidirán cómo ha sido tu obra.

Bea Sevilla

Marioneta

Siempre me han gustado las telas, la hierba fresca del campo recién mojado y las agujas -pero no cuando me hacen daño en los dedos-. Siempre quise ser domadora de agujas y alfileres -es difícil si no sabes manejar estas armas; están muy afiladas- hasta que un día decidí dar unas cuantas puntadas a mi vida, zurcir unos agujeritos por donde se escapaba mi sueño y me dediqué plenamente a recortar, coser, hilar y pegar telas, papeles, vestidos, muñecas y pestañas, todo ello con mucho esmero y cariño. Empecé a dibujar mis ilusiones, mis casitas con sus árboles -pájaros y flores incluidos- construí un nido en Madrid donde volé cierto día de frío que, como las hojas, me dejé llevar por el viento hasta que por capricho, me quedé enganchada a un árbol -como los de mis sueños-. Como un pájaro carpintero piqué un agujerito donde colecciono botones que luego coso a mis hijos de trapo, les cuento cada noche su cuento preferido: “El Sastrecillo Valiente”.
Como Buena sastre de ilusiones aprendí de Tim Burton a manejar las tijeras -después de ver a Eduardo con sus manos afiladas crear maravillosas esculturas-, al cabo de unos cuantos cortes vi que la tijera no es tan fácil de utilizar porque no corta todo lo que tú quieres como un enfado -también me cuesta cortar por lo sano-, cortar los malos rollos o los hilos que nos unen a la realidad.
Tengo también un alfiletero que sueña con ser fakir y lo ha conseguido; ¡le atraviesan las agujas y los alfileres y no sangra ni le hacen daño!.
La frase que más oigo en estos días es: “Vaya tela marinera”, también he oído que el gobierno va a confeccionar trajes, no dejo de escuchar a todo el mundo: -«Este gobierno trae tela»- y tengo un metro, que es una cinta donde no se puede montar la gente; qué curioso, porque en Madrid hay otro metro donde sí se montan y viajan a todas partes, pero con el mío puedo medir a las personas: sus pies, sus manos y hasta sus sueños.
No tengo polluelos que criar pero sí un montón de ideas y besos que plasmar en los ojos de quien ve mis trabajos.

José Manzanares