Nada hay más cuadrado (hasta cuadriculado) que un tablero de ajedrez; ni nada hay más redondo (hasta con círculos concéntricos) que una plaza de toros. Pero en Linares son posibles los milagros: si tres huevos pueden ser dos pares, como dice el refrán, también en esta ciudad se hace realidad la cuadratura del círculo: esas dos pasiones -ajedrez y toros- la han hecho internacionalmente conocida, y en las dos brilla como lo hace el metal de sus entrañas nada más ver la luz: sol y sombra en el tablero, y en plaza gloria y miedo. Quien no sepa de geometría que no vaya a los toros, decía Bergamín: distancia, equilibrio, temple, circular, diálogo de movimientos, temple de preguntas y respuestas. Así también en el tablero: horizontalidad y diagonal, acoso y derribo, planteamientos y tácticas, ataques y defensas, querencias y enroque. Y en los dos: inteligencia, dominio de los terrenos, filigrana de movimientos, estrategia y silencio, entereza y desgaste, ni un paso en falso que las equivocaciones se pagan caras, juego entre dos que se la juegan, caballos y peones, reina y rey, torero y toro, siempre la dicotomía vida-muerte. Vencerá quien mejor haya sabido anticiparse al movimiento del contrario. Todo va a depender del final, jaque-mate. Linares: partida y faena, vida y muerte, gloria y arte. Exactitud y plenitud.

José Román Grima

Diario JAÉN FOTOyGRAFÍA, 29-8-10